sábado, 24 de enero de 2015

Sentidos de los peces y su aplicación en la pesca: El gusto

Retomamos esta serie para continuar con un sentido estrechamente vinculado al olfato y al que la mayoría de pescadores le dan más importancia que al resto a la hora de elegir cebo, el gusto.


Y es que al igual que para nosotros el olfato y el gusto no dejan de ser 2 versiones de receptores químicos que se complementan como un mismo sentido, pero que en nuestro caso los diferenciamos, pues usamos el olfato para recibir señales químicas del ambiente y el gusto para recibirlas de lo que nos metemos en la boca.
En el caso de los peces no existe una distinción tan clara, pues para empezar pueden tragar y saborear agua para complementar el olor percibido y por otro lado no solo tienen papilas gustativas en la lengua, como nosotros, sino en toda la boca y también fuera de ella, lo más común suelen ser en los labios, bigotes y barbillones, también en la zona inferior de cabeza y la panza, incluso en las aletas, llegando algunas especies a tener papilas gustativas por todo el cuerpo. 
Ya en 1981 el estudio de Cowey y Tacon decía: "aunque los peces son consumidores principales guiados mediante la visión se apoyan de estos quimiorreceptores presentes en la boca, labios, barbelas y aletas para detectar y aceptar o rechazar el alimento presentado".

La papila gustativa es un sencillo órgano, compuesto por una pequeña agrupación de células sensoriales, que permite captar compuestos químicos con sus receptores y transmitir una señal al cerebro, que este interpreta como un sabor.


Un dato interesante también es que la mayoría de peces tienen el sentido del gusto mucho más desarrollado que nosotros, en el sentido que tienen una concentración de papilas en la boca que dobla la nuestra, pero además fuera de la boca pueden llegar a tener 10 veces más cantidad de papilas.
Si este dato lo unimos a su desarrollado sentido del olfato, vemos que su sensibilidad es muy superior a la nuestra, tanto para detectar un cebo como para saborearlo sin haberlo tomado, de ahí radica la importancia de la calidad y la presentación del cebo.

Vamos a desarrollarlo un poco más, existen varios tipos de papilas gustativas, simplemente difieren en tener agrupaciones de células con diferentes receptores, de modo que están especializadas para detectar determinadas sustancias.
Por ejemplo las papilas que tienen los peces fuera de la boca están más dedicadas a detectar aminoácidos, de ahí que la mayoría de atrayentes estén basados en L-aminoácidos que extraen de diferentes especies de peces, moluscos y crustáceos desde 1995 mediante técnicas de centrifugado.

Las papilas, ante la detección de un compuesto químico, se estimulan y transmiten al cerebro una señal eléctrica, este a su vez recibe todas las señales y las interpreta.
La señal que indica al cerebro la detección de un compuesto solo tiene 3 posibles interpretaciones: Atracción, indiferencia o rechazo.
Según la cantidad/intensidad de las señales recibidas y su interpretación, se desencadenará la reacción del pez ante el estímulo, dentro de las 3 posibilidades.

Y hasta aquí muy sencillo, pero si queremos entender por completo el comportamiento de los peces, tenemos de repetir este proceso 3 veces, diferenciando el olfato, las papilas extraorales y las papilas orales.

Es decir, en un primer momento entraría en juego el olfato, aquí se valora tanto la potencia de dispersión del aroma del cebo, como que desencadene una reacción de atracción hacia la fuente del olor.
Una reacción de indiferencia producirá que ese cebo solo pesque cuando lo situemos en una zona densamente poblada o le pase un banco por encima, donde la competencia por el alimento les hace tomar cualquier cebo.
Una reacción de rechazo hará que ningún pez de la especie perseguida se interese por el cebo.

En el siguiente paso entra en juego las papilas exteriores y los aminoácidos que desprenda el cebo.
Este punto lo hemos visto mil veces, cuando un pez, tras venir recto a por el cebo guiado por el olfato, se para y le da vueltas o lo toquetea con el morro, en realidad lo está oliendo y saboreando.
Si le incita lo suficiente, lo tomará con la boca inmediatamente.
Si le produce indiferencia, tardará en tomarlo, esperando más estímulos (como por ejemplo movimiento), o puede que se interese y lo rechace varias veces antes de tomarlo o descartarlo definitivamente.  Solo lo tomaría inmediatamente en caso de competencia por la comida con otros ejemplares.
Una reacción de rechazo le hará dar la vuelta inmediatamente y se irá en dirección contraria.

Ya por fin, el tercer paso sería saborearlo en la boca, donde entra en juego el sabor del cebo y en menor medida la detección de proteínas y grasas.
En caso una reacción estimulante, lo devorará con ansia y revisará los alrededores.
Si le produce indiferencia, lo retendrá en la boca, puede que lo muerda suavemente, esperando sabores que lo estimulen más, tal vez lo escupa y lo tome un par de veces porque recele y espera más estímulos de la visión o el tacto para tomarlo.
Una reacción de rechazo le hará escupirlo y dar la vuelta inmediatamente, se irá en dirección contraria rápidamente (esto es muy típico que ocurra por el tacto si les tira la cameta o notan el anzuelo).

Creo que todo lo comentado explica a la perfección mitos como el recelo "inteligente" que a veces asociamos a los peces, sobretodo los adultos, su experiencia les hace rechazar instintivamente determinados olores y presentaciones de cebos.
También su contrario, como el de "la memoria de pez" o su estupidez a la hora de tomar repetidamente el mismo engaño, pues su reacción es instintiva, pero basada en su experiencia, sobretodo en la mayoría de nuestras capturas que son ejemplares jóvenes que de media no tienen 1 año de vida, no tienen una impronta marcada en su cerebro que les lleve a rechazar ese cebo instintivamente  (no es el hombre el único que tropieza 2 veces con la misma piedra).

También sirve para confirmar tantos otros como: "antes no hacía falta tantas historias para pescar", "si hay pescado pescan todos", "si el pescado está por comer no importa el cebo" ...etc toda referencia a una zona densamente poblada o un banco, donde la competencia por el alimento les hace tomar cualquier cebo, tiene esta parte de cierta e innegable, sobretodo con ejemplares jóvenes o tras la fresa.

A su vez sirve para desmentir las mismas referencias cuando se quieren aplicar en general, pues los ejemplares adultos de las especies más preciadas por nosotros, tienen bastantes años de experiencia enfrentándose a engaños de pescadores deportivos y profesionales y han desarrollado un gran instinto para rechazarlos.
Solo una buena combinación de olor, presentación, movimiento y sabor del cebo marcarán las diferencias, ahí no hay mito que valga.


Llegados a este punto, me encantaría poner una tabla por especies de los principales atrayentes y demás, como tantas que existen para especies de agua dulce, la verdad es que estoy algo decepcionado pero sencillamente no encuentro ninguna publicada, así que con esto terminamos esta entrada (si algún día se publica algún estudio o encuentro lo colgaré).



2 comentarios:

  1. Un reportaje muy muy guapo e interesante he disfrutado leyéndolo.

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  2. me alegro de que a gente de tu nivel le guste, ya no es solo un blog par novatos jejeje

    la verdad es que es un tema que a mi me gusta bastante ;)

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