Si algo bueno tiene esta época, es que vale la pena pasar frío y penurias a cambio de tener toda la playa para ti solo.
Más todavía en una zona tan concurrida como esta, estas noches típicas del invierno, con cielos despejados y el mar como un plato, si encima no ves a nadie en el horizonte... esa sensación de paz no tiene precio.
Llegué al pesquero por la tarde, allí estaba José Luís con todo montado y guardando sitio. Poco después de montar llegó Tomás y algo más tarde Iván.
No tuvimos actividad en toda la tarde, así que apenas tocamos las cañas y pasamos el rato hablando y picoteando.
Justo cuando íbamos a cenar, Iván salió como un rayo a por su caña tras ver una destensada... notaba peso pero no peleaba... él todavía tenía fe en que pudiera ser una dorada, pero todos apostábamos por una mabra... al final todos erramos porque salió un sargo de apenas 300 gr (puede que José Luís apostara por un sargo, no lo recuerdo bien).
Sinceramente, pensé que sería una picada casual y me volví a sentar en el refugio sin revisar mis cañas, pues seguían tensadas y no se habían movido en toda la tarde.
Poco tiempo aguantó Iván sentado, le comía el ansia desde sacó el sargo, así que se fue a dar una vuelta y revisar todas las cañas. Cuando estaba con las mías me pegó un grito, me levanté y fui a regañadientes. Me comentó que a la caña de la sepia le estaban pegando unos tirones bastante bestias... nos quedamos un momento mirando la puntera y no tardó en amorrarse de nuevo...
No me vi la cara, pero estoy convencido de que tenía una sonrisa de oreja a oreja pues creía que me iba a estrenar con un buen llobarro nada más empezar la temporada.
Pero nada de eso, no pegaba carreras, más bien se dejaba traer con algún leve coletazo que me confirmaba que llevaba un pez pero que no tenía claro que podía ser... hasta que llegó a la orilla y empezó a pegar cabezazos... otro sargo!! y lo peor... le ha entrado a la sepia entera!! para flipar... que valiente jejeje lástima que no diera la pelea habitual en esta especie.
Unos 600 gr de sargo que se zampó media sepia y se clavó a un 1/0, todo un tragón.
Repuse la sepia y lancé la caña al mismo lugar, la diferencia es que esta ocasión sabía que no picaría ningún llobarro esa noche. Volviendo hacia el refugio vi como Iván sacaba otro sargo más pequeño, que venía del morro y fue indultado.
Me quedé mosca porque se lo encontró revisando la caña, ni la había destensado, así que volví hacia mis cañas y revisé la del cangrejo. No me equivocaba, solo quedaba medio y no se había clavado... estaban ahí.
Repuse el cangrejo y le pedí a Iván que me lanzara la caña porque me resentía del hombro.
Tomás y José Luís también tuvieron su ración de sargo, por desgracia yo estaba en la otra punta y no llegué a tiempo de verlos, solo vi que eran de tamaño similar a los de Iván.
Poco después paró la actividad y aprovechamos para cenar. No estiramos mucho la jornada ya que con la bajamar desaparecieron los sargos y todo rastro de actividad, así que para medianoche ya estaba en casa.
Jornada de relax y pesca a la espera, encima cómodos y bien protegidos en el refugio, la verdad es que después de tanto spinning ya apetecía.
Ya veo que la pesca de las sepietas da sus frutos con los sargos. Jeje. Buen provecho!
ResponderEliminarno era lo que buscaba pero si jejeje gracias!!
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