lunes, 1 de diciembre de 2014

Sentidos de los peces y su aplicación en la pesca: La Vista

Iniciamos una nueva serie de artículos de pesca, en esta ocasión un tema que me gusta, pero del que hablo poco, y que ayuda tanto a entender como a desmentir algunos mitos de la pesca que aceptamos de pies puntillas.


Empezamos por la vista, sentido al que más tememos (no siempre tan justificado) y al que tratamos de engañar con nuestros montajes, cebos y señuelos.
Antes de meternos en materia, creo necesario hacer una mínima introducción, que servirá de base para este artículo y la segunda parte.

Está claro que los peces no ven como nosotros, la mayoría de especies que pescamos tienen los ojos más adaptados para ver debajo del agua, en condiciones de poca luminosidad y ven con menos nitidez que nosotros a cambio de ver con más contraste o incluso ver el ultravioleta.

Está claro también que no tienen párpados, por tanto no tienen la capacidad de dejar de ver.

Todo lo que voy a desarrollar es para que podamos entender como ven los peces y por tanto, como actuar en consecuencia en acción de pesca.

Al lío, esto vendría a ser el ojo de un pez comparado con el nuestro:


Creo que la mayoría nos acordamos de la anatomía de la EGB, pero por si caso un muy breve repaso para situaarnos:

Empezamos desde la capa superficial, que es la córnea, pasamos por el iris y la pupila para llegar a la lente o cristalino que proyecta la luz sobre unos fotoreceptores de la parte posterior de la retina que la transmiten la imagen al cerebro por el nervio óptico.

Lo primero que nos llama la atención es que tienen una lente de mayor proporción y más esférica, lo que les permite disponer de un campo de visión más amplio.

No se aprecia en la imagen pero, a diferencia de nosotros, los peces no tienen la capacidad de abrir o cerrar el iris para adaptar la visión a la cantidad de luz que recibe.

Para explicar los siguientes puntos necesito desarrollar un poco que son los fotoreceptores:


Son 2 tipos de células sensibles a la luz:
Los bastones que son los que perciben el blanco y el negro y son más sensibles en condiciones de poca luminosidad (por eso de noche vemos en blanco y negro).
Los conos, que funcionan con mayor luminosidad, de los hay de 4 tipos y en nuestro caso nos permiten percibir 3 colores (el clásico RGB en informática) rojo, verde y azul y los peces disponen de un cuarto ultravioleta.

No solo en eso existen diferencias, los bastones de despliegan en condiciones de poca luminosidad y dan paso a los conos cuando la luminosidad aumenta.
En el caso de los peces este proceso dura 2-3 horas y limita la calidad de visión de que disponen en ese momento.

Por un lado nosotros tenemos una concentración mayor de conos receptores en comparación a bastones y de conos rojos con comparación a los peces, por lo que podemos concluir que vemos los colores más cálidos y saturados.


Por el otro lado, ellos tienen en la mayoría de casos la capacidad de ver la luz ultravioleta, que es la última que se deja de ver en las profundidades y da contraste a su visión.


La siguiente característica del ojo de los peces es que tienen una densidad de fotoreceptores menor que la nuestra, se estima que tienen una proporción 14 veces inferior, por tanto ven con menos nitidez el detalle de los objetos y su forma, aunque no es generalizado a todas las especies, como veremos más adelante.

Esto unido a una mayor proporción de bastones respecto a conos, les facilita apreciar mejor los contrastes entre colores y basan su vista en ello en lugar de en una mayor definición y nitidez como nosotros.

Solo quedaría matizar que en el caso de especies costeras, donde podemos apreciar una mayor concentración de fotoreceptores que la media, siendo mayor cuando más depredadora sea la especie.
También disponen estas especies depredadoras de la peculiaridad de tener una concentración mayor de conos en la mitad inferior de la retina, lo que indica que nuestros peces donde ven con más nitidez y saturación de colores es mirando al frente y hacia arriba, llegando algunos a tener una visión en colores tan buena como la nuestra.


Por último queda hablar de la visión binocular de los peces, que no es más que la capacidad de componer la visión con lo percibido por ambos ojos para poder calcular distancias, al resto del campo de visión percibido con un solo ojo le llamamos visión monocular.

Como había mencionado antes, la forma esférica del cristalino les permite disponer de un mayor campo de visión por ojo, lo que unido a la disposición en los laterales de la cabeza incrementa aún más el ángulo de visión total de los peces frente al nuestro, a costa de disminuir su campo binocular.


En el caso concreto de los peces (la izquierda de la imagen), un ángulo de visión tan grande les permite ver en cualquier dirección en todo momento, a costa de limitar el alcance y la nitidez de su visión a una media de unos 15 m, salvo en aguas cristalinas donde es mayor, y a costa de su percepción tridimensional, ya que solo pueden ver con nitidez y calcular correctamente las distancias en el pequeño campo binocular que tienen al frente.
Contrasta con nosotros (derecha) que al tener los ojos dispuestos frontalmente, nuestro campo de visión es más limitado en ángulo de visión pero binocular en su mayoría.


Y hasta aquí la teoría, siento si ha sido una lectura pesada, pasamos a la práctica para compensarlo ;)


Por continuar con el último aspecto que hemos tratado, ¿de qué sirve conocer el ángulo de visión binocular y monocular de los peces además de saber que nos pueden ver de casi todos los ángulos?

Mejor pongamos un sencillo ejemplo:

Si miramos al frente sin mover los ojos en ningún momento y extendemos los brazos paralelos al frente seremos capaces de vernos los brazos pero con poca nitidez porque están situados en nuestro campo de visión monocular.
Si vamos lentamente moviendo los brazos hacia adelante llegará un punto donde los veremos perfectamente y no es más que porque los vemos con ambos ojos a la vez, o lo que es lo mismo están dentro del campo binocular.

Con esto claro, no será difícil imaginarnos el mismo ejercicio pero con alguien tratando de darnos una bofetada por la espalda, llegará un punto en el que por el rabillo del ojo veremos una sombra en movimiento, que nuestro cerebro interpreta como un peligro, y nos apartaremos antes de siquiera haber visto claramente que se trataba de una mano.

Esa reacción rápida e instintiva es la que domina mayormente a los peces por su amplio campo de visión monocular, siendo más acentuado en las especies de pasto, con ojos posicionados más laterales, y menos acentuado en los depredadores, que tienden a tenerlos más adelantados para incrementar la percepción tridimensional y la nitidez del campo de visión frontal, aumentando de este modo su campo binocular.

Ya sea para huir o para atacar, siempre será más fácil obtener una reacción instintiva por los laterales del pez, esto es bien sabido por los pescadores de spinning, donde muchas ocasiones el mismo señuelo produce rechazo al presentarlo de frente, por arriba o al ser perseguido un rato por el depredador, mientras que produce el ataque al sorprender al depredador por el lado viniendo desde atrás sin ser visto, no es difícil darse cuenta que muchas capturas de spinning salen clavadas por la cara o las agallas precisamente por esto.

Tal vez a surfcasting no parezca que tenga utilidad, pero también la tiene aunque no seamos conscientes, el movimiento del cebo es fundamental para desencadenar la picada en los peces recelosos y con buena vista como la dorada.
Muchas veces he visto comer a doradas, ya sea en directo, en vídeos o en acuarios, si las cebas  abundantemente siempre rechazan el que está inmóvil en el fondo y lo dejan para el final (si son lombrices la que llega a la arena se suele salvar jejeje).
También a la hora de decidirse a tomar uno de nuestros cebos, es muy típico que le peguen un par de vueltas o un par de pasadas observándolo lateralmente, si detectan un movimiento natural del cebo lo toman sin miramientos, si no, en caso de seguirle interesando se paran frente al cebo para verlo bien y lo pueden llegar a mordisquear un par de veces antes de tomarlo, produciendo las tan típicas falsas picadas de doradas.

Otro dato curioso que habíamos comentado es que muchas de las especies que pescamos, como por ejemplo la mabra y la oblada, ven mejor al frente y hacia arriba.
Esto produce que acepten cebos y señuelos por encima de la capa de agua que frecuentan si los ven (caso de las mabras) y que no detecten cebos por debajo de su capa o en suelo (como las obladas).
Nos puede ser útil en zonas con calado, de cara a trabajar las diferentes capas donde se mueve el pescado.


La siguiente característica de la que hemos hablado es que no pueden contraer el iris, ni tienen párpados, lo que unido a que en las horas de cambio de luz tienen la visión mermada por la lenta adaptación de los fotoreceptores, esto se traduce en que el amanecer y el atardecer son buenas horas para pescar porque se producen menos rechazos en los cebos y señuelos porque por decirlo de algún modo, están deslumbrados y ven borroso.

Esta lenta capacidad para mover los fotoreceptores y adaptarse a la cantidad de luz, también los vuelve muy sensibles a los deslumbramientos, de hecho por la noche un deslumbramiento les produce un shock lumínico que les impide moverse durante minutos a muchas especies, de ahí que esté prohibido pescar con luces de noche, especialmente los pescasub.


Por lo que respecta a la calidad de la visión de los peces en condiciones de luz y aguas claras tampoco hay que confiarse en que son miopes (solo ven bien de cerca), las cifras que he mencionado antes no dejan de ser una media y la mayoría de capturas habituales que realizamos son de semidepredadores con grandes ojos como dorada y sargo o depredadores puros como la lubina o el dorado, que en distancias cortas y medias, mirando de frente, percibe más colores y nitidez de las que podríamos pensar por todo lo leído hasta ahora.
Tampoco el hecho de ver con menos nitidez se debe relacionar con que no se vean bien, pues su vista se basa en detectar contrastes y por tanto en su medio es mucho más efectiva que la nuestra.

Un último ejemplo es la habilidad que tienen de usar la luz polarizada en su favor, sobretodo en especies depredadoras, capaces de detectar destellos a gran distancia, de ahí el atractivo de las libreas reflectantes de muchos señuelos, que su contoneo enseñando los flancos crean esos tan deseados destellos.



Y hasta aquí la primera parte, en la segunda vamos a profundizar en el tema de la percepción de colores y sus aplicaciones en la pesca.

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