Tras la jornada doradera, al día siguiente madrugué de nuevo y me fui al coto con Iván.
No fue una jornada muy productiva pero al menos salvé la porra y conocí un sitio nuevo.
Llegábamos con el día clareando y montamos en la punta, ya que queríamos pescar de cara al mar pero ya estaban todos los sitios ocupados (a lo largo del día nos arrepentiríamos de esa decisión).
Me quedaba alguna tita y media docena de galeritas, junto con sepia y boquerón que trajo Iván tuvimos cebo más que de sobra para todo el día.
Total que montamos sin mucha fe, el día estaba un poco tapado, con algo de niebla, pero como hay que pedir los pases con una semana de antelación es difícil acertar con el tiempo...
Pasaron un par de horas y parecía que no habían peces, salvo por una plaga de bogas que dejaba el boquerón en las raspas en 5 minutos, los demás cebos ni mirarlos...
Viendo el panorama, tras el almuerzo, me di una vuelta con la caña de spinning y algunos paseantes porque había salido el Sol y se estaban moviendo jureles y pensé que les rondaría algún dorado, pero no tuve suerte, el único dorado que vi sacar fue con vivo.
Así que cambié y me fui a la parte interior con la de rockfishing, localicé varios llobarretes pero le hacían pasillo a mis vinilos... anda que no saben estos jejeje
Al volver al sitio llegué justo para salabrarle a Iván una doradella que había picado en una de mis cañas, no llegaba al medio kilo, tragada hasta las trancas y sangrando por la agalla... ni me molesté en operarla, cameta nueva y al sitio.
Parecía que la cosa mejoraba (vimos sacar varios jureles grandes) pero se trató de un espejismo momentáneo, volvió a esconderse el Sol y paró la actividad.
Fran y Adrián vinieron a visitarnos, así que el resto de la mañana se nos pasó volando, cuando me quise dar cuenta ya venía mi mujer con la comida.
Por la tarde me llegó el cansancio acumulado de las últimas jornadas y estuve poco activo, pasé el rato sentado y hablando, apenas toqué las cañas de spinning.
Apuré el cebo que me quedaba y salió otra doradella algo más pequeña, que tampoco le pude sacar el anzuelo...
Así que harto de sacar miserias, cambié las cametas, encarné sepia y me puse a buscar llobarros hasta la hora de irnos.
Tampoco tuve suerte con los llobarros, por alguna razón la sepia no la quería nadie ese día, excepto un buzo como el puño, con 4 anémonas en la caracola, que salió al recoger la última caña cuando ya estaba anocheciendo.
En resumen, una jornada muy entrenida, la verdad es que se me pasó el día volando, pese a lo pobre de la pesquera no me disgustó el sitio y pese a que me llevo un regustillo amargo, no descarto repetirlo otro día menos concurrido.
Y es que el coto está muy bien arreglado, tiene buenos accesos, escaleras, papeleras, un WC portátil siempre limpio y con papel y jabón, vamos que solo le falta unas neveras con refrescos jejeje en ese sentido es muy cómodo y está bien organizado.
Lo que si que no me gustó nada fue el comportamiento de determinadas personas, barcas que entraban y salían del puerto entre las boyas enganchando las líneas... niños recolectando cangrejos y erizos para luego reventarlos contra el asfalto... lisas muertas flotando por la zona... pero lo peor sin duda la suciedad y los olores, que acabaron atrayendo a una bandada de gaviotas que apunto estuvieron de llevarse por delante una de las cañas de Iván.
Y es que vi de todo, desde tirar latas de cerveza y cajas de cebo a aparejos enteros con su anzuelo cebado, incluso pelando tordos y dejando aquello lleno de plumas... y todo esto estando el sitio lleno de papeleras con sus bolsas de basura... inexcusable.
En fin, terminó el día con el espigón lleno de trozos de pan y boquerones, que fue lo que atrajo a las gaviotas... pero sin duda lo peor fue ver a la gente orinando el muro (se nota bastante el olor en determinados puntos) teniendo un WC a menos de 10 metros... lamentable.
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